Creo en mi todo poderoso, creo en mi Dios interior.
Creo en mi y en los demás, pero cuestiono lo que me han enseñado, sobre todo aquello que se me impuso y que nunca pedí aprender.
No obedezco sin pensar.
Soy incrédul@ con todo lo que no he experimentado por mi mism@.
No me creo ciegamente los pensamientos de otr@s, y ni siquiera mis propios pensamientos.
Exploro mis límites para ver si son reales.
Creo mis propios códigos y los adaptado a mis necesidades actuales.
Actualizo mis contratos y promesas, mis relaciones, mis compromisos y hasta los autoconceptos y etiquetas que tengo de mi mism@.
Reviso periódicamente mis códigos, creencias y límites.
Me levanto cada día con el propósito de desaprender algo.
Vivo cada jornada que comienza como un nuevo nacimiento.
Me acuesto cada noche agradeciendo por todo y por la capacidad de renovarme.
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