martes, 22 de octubre de 2019

Concepciones de Libertad y Derecho

Concepciones de libertad y Derecho, una mirada desde Normberto Bobbio.


Por: César Alfredo Segundo; Ana C Cadavid Urrego; Fernando Vallejo; Jorge Iván Hernández; Jorge David Vallejo; Luis Alejandro Rivera y Paula Durán

Inicios del siglo XVIII, el mundo moderno presenta una serie de transformaciones en el orden geopolítico, se pensaba que la funcionalidad del dogma religioso, había pasado a un segundo plano; pero, ¿acaso las bases milenialistas y escatológicas no siguieron y siguen vigentes? “muchos revolucionarios contemporáneos, como los jacobinos franceses y los bolcheviques rusos, detestaban la religión tradicional, pero su convencimiento de que los crímenes y las locuras del pasado podrían desaparecer a partir de una transformación integral de la vida humana supuso una especie de reencarnación laica de toda una serie de creencias cristianas anteriores” (Gray, 2008, p. 14).

La idea de libertad, va a ir sustentando la construcción de esa otra discutida categoría, que apareció durante la jornada, y que genera ahora tantos cuestionamientos y es el concepto de dignidad humana. Un concepto que al parecer, se sustenta en un paradigma antropocéntrico y cosmolista, el cual ha tenido como apoyo al Derecho Natural, impulsado por Platón y Aristóteles, en la Grecia Antigua; por Romanos como Marco Tulio Cicerón, en los años 106 a. c.; por iusnaturalistas teológicos como Santo Tomás y San Agustín (En la edad media) y por representantes también de la Ilustración, como  Kant, quien plantea, que la forma pura de la ley es «vigencia sin significado».

Kant llama «respeto» (Ach- tung, atención reverencial), a la condición de quien tiene que. vivir bajo una ley que está vigente sin significar, es decir, sin prescribir ni prohibir ningún fin determinado” (Agamben, 2006, p. 72).

De otro lado, con la Revolución Francesa, la soberanía, que estaba en cabeza del Monarca y la Iglesia, pasó al individuo, y con las nuevas ideas contractualistas, se configura la llamada “Soberanía nacional”, la cual nos llevaría a un nuevo tipo de libertad, que sin pensarlo, nos dejaría “absorbidos por el disfrute de nuestra independencia privada y por la búsqueda de nuestros intereses particulares, renunciando de esta forma, con demasiada facilidad a nuestro derecho de participación en el poder político” (Constant, 1819).

El resultado de trasladar esa soberanía al Estado-nación, conlleva a que el mayor ejercicio de coerción del Estado, se de por medio de “La ley” del Parlamento (Congreso). Una Ley que seguirá siendo universal, inmutable, abstracta, a la cual se va empezar a dotar de contenido y estructura, para hacerla fuerte, pues de esa forma se fortalece también el Estado. Nace entonces, lo que se denominó, La Exégesis, es decir, el origen del positivismo jurídico, que va reducir, en términos de Bobbio, el Derecho a la validez, esto es: “una norma es justa, sólo si es válida” (Bobbio, 1991, p. 30).

Sin embargo, paralelamente, fue creciendo una Escuela llamada “Histórica”,  anti-formalista, antiliberal y metodológica, con el jurista Alemán Friedrich Karl von Savigny, como uno de sus precursores, quien consideraba que el Derecho de cada Estado-nación, debía responder a su propio espíritu. ¿Podría ser este el origen del realismo o anti-cosmopolitalismo en el campo jurídico? Es posible.

Hans Kelsen, ya en el siglo XX, quiso seguir con esta línea de construir un Derecho científico y metodológico, proponiendo para esto su Teoría Pura del Derecho, con la cual se busca darle autonomía al Derecho y alejarlo por completo de la moral, la política, la economía. Bobbio (2002) llama a esta concepción como Teoría Normativista, y en el capítulo estudiado del texto “Teoría General del Derecho” pone en debate esta con la Teoría de la relación intersubjetiva y la Teoría Institucionalista.

En el texto “El problema del positivismo jurídico”, traducido por Ernesto Garzón Valdés, Bobbio se encarga de clasificar el Derecho Positivo o Iuspositivismo en: Metodológico, Teórico e Ideológico. Parafraseando al profesor (Bernal, 2016), el metodológico, señala que el discurso científico legítimo del derecho no es otro que el que se ocupa del estudio del derecho positivo válido y no del derecho que debería ser derecho, por lo que deja a un lado otras disciplinas diferentes a la jurídica, este fue el propuesto por la Escuela Histórica y mejorado por Kelsen, en oposición al iusnaturalismo y a la Exégesis. En segundo lugar: el teórico, que considera que el derecho válido, por tanto, el único derecho que obliga y el que es coercible, es el que es fruto del Estado. En este segundo se ubicaría la exégesis como tal. Y por último, el ideológico, que considera derecho válido y justo, solo al que es fruto de la voluntad de un órgano representantivo-democrático, aquí ubicamos por ejemplo a Carl Schimitt y a Eichmann, quienes se apoyaron en este tipo de Derecho positivo, para fundamentar el exterminio de los judíos en la Alemania Nazi. 

Teniendo en cuenta lo anterior, la obra estudiada se enmarca en el positivismo metodológico, por lo que es importante también aclarar la clasificación que hace Bobbio de las Escuelas iuspositivistas metodológicas, las cuales divide en dos grupos: El primer grupo, Funcionalistas o realistas, que se centran más en garantizar que el derecho sea eficaz (Ya sea ante los jueces o ante la sociedad). En este positivismo realista o funcionalismo sociológico, se ubicaría la teoría institucionalista de Santi Romano, por ejemplo. 

Y el segundo grupo, los Estructuralistas o normativistas, que se centran en la pregunta por la validez de la norma, a partir del ordenamiento jurídico. Es en este último en el que se ubican los trabajos de Kelsen y Bobbio.

No obstante, ¿podría considerarse a Bobbio, como representante de la teoría normativista, per se? consideramos, que no, ya que su propuesta del formalismo jurídico, nos lleva a comprender, que la intención del jurista italiano, es proponer una teoría integracionista, que se aparte de los reduccionismos y acoja como complemento de la teoría normativista, a las demás teorías, para lo cual, se va apoyar también en los criterios de validación de la norma jurídica: la justicia, la validez y la eficacia.

Pero este positivismo metodológico de Kelsen y Bobbio, va recibir en la contemporaneidad, críticas a considerar y que nos llevan a preguntar, ¿Si está de vuelta del Derecho Natural o si nunca se ha ido? Hart, con su idea de que el positivismo debe incluir un “mínimo de derecho natural” y R. Dworkin, con su propuesta de “Derecho como integridad”, serían dos neocosntitucionalistas, que volverían a la idea de pensar en la necesidad de contar con principios universales,  argumentando que por ejemplo, que la violación a los derechos humanos, “ultrajaría los principios que definen la dignidad humana” (Dworkin, 2008, p. 53).

A los anteriores se va unir Robert Alexy, con su teoría de “pretensión de corrección y argumentación jurídica” y John Rawls, con su teoría de la justicia, donde propone la libertad y la igualdad, como principios de justicia, que guíen la conducta.

Concluyendo con este texto reflexivo, nos quedan los siguientes cuestionamientos, ¿Fue realmente la modernidad, simbolizada como la época de las luces y la ilustración, una verdadera revolución, en lo social y en lo cultural para la humanidad, qué papel jugó en la construcción de la conciencia de libertad y cómo estamos entendiendo esa idea de libertad?

¿De qué forma cuestionamos las normas que nos brindan libertades y derechos,  y a su vez, coartan nuestra libertad; que reproducen los enfoques normativos, las políticas públicas, sistemas jurídicos que hoy inciden en nuestra realidad? ¿Son acaso sistemas normativos que se fundan y siguen proyectos utópicos, basados en una supuesta realización y perfección de la humanidad o en una victoria del bien sobre el mal?

¿El enfoque intervencionista de los Estados, transnacionales y élites, que buscan controlar y apoderarse de los recursos del mundo, se aprovecha acaso, del paradigma cosmopolista y globalizante, para aspectos que le convienen (Legitimar la universalidad de principios y valores), pero también del paradigma realista, a la hora de defender sus propios intereses y de estimular los conflictos en el mundo, que ayudan a su vez a sostener el sistema y los mercados?



Bibliografía 

 Agamben, Introducción. En Homo Sacer. El poder soberano -y la nuda vida I, pp. 9-23 

Benjamin Constant, De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos (Conferencia pronunciada en el Ateneo de París. Febrero de 1819).  

Botero Bernal, A. (2016). El positivismo jurídico en la historia. Sello Editorial de la Universidad de Medellín.

Bobbio, Norbert (1991). “El derecho como norma de conducta”. En Teoría general del derecho. Temis, pp. 3-19 

Ronald Dworkin (2008). Terrorismo y derechos humano. En Democracia posible. España, Paidós, pp. 41-72

Gray, John (2008). La muerte de la utopía. En Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía, pp. 13-57. Madrid, Paidós 

sábado, 19 de octubre de 2019

“Aprendizajes que la creciente migración venezolana está dejando en la cultura política de Medellín”



La situación en Venezuela, ha llevado a que “4.296.777 personas hayan salido del país; esta cifra puede ser más alta, teniendo en cuenta que los países a los que llegan, no toman en cuenta a venezolanos sin un estatus migratorio regular” (Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela – R4V, 2019).

Según cifras oficiales, en Colombia “ya son 1’408.000 inmigrantes venezolanos, de los cuales, un número de alrededor de 400.000 son colombianos retornados y casi 400.000 personas en tránsito al sur del continente” (Rodríguez, 2019); Solo 676,093 de ellos, se encontrarían de forma regular en Colombia, según datos de La Plataforma Regional de Coordinación Interagencial, de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados - ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones- OIM. En Medellín hay cerca de 66.000 venezolanos, de los cuales 44.000 están regularizados (Villarroel, 2019).

En el marco del Seminario de Cultura Política, de la Maestría en Educación y Derechos Humanos, de la Universidad Autónoma Latinoamericana, el Profesor German Darío Valencia, nos deja la pregunta sobre los efectos que trae esta migración de venezolanos, a la Cultura Política, de los habitantes de Medellín.

En atención a esta invitación a reflexionar y analizar este fenómeno social, en este ensayo, me propongo primero dar una aproximación teórica sobre la Cultura Política y la perspectiva de la que partiré, para luego plantear mi respuesta, que en parte se inspira en la conferencia que dio el pasado jueves, el psicólogo cognitivo de la Universidad de Harvard, Steven Pinker, invitado a la ciudad por motivo de la celebración de los 65 años de Comfama, dónde por medio de datos y mediciones, nos invitó al optimismo.

Adicional a lo anterior, me pondré el sobrero amarillo que propone Edward de Bono en su técnica de “Los Sombreros de Colores para pensar”, para mostrar algunas oportunidades que tenemos en términos de cultura política, si aprendemos de esta situación y de los venezolanos, que viven una de las diásporas más grandes de la historia de la Humanidad, de la cual según las cifras mencionadas, “Antioquia es el quinto departamento del país que más habitantes del vecino país ha recibido y Medellín la ciudad con mayor oferta y cobertura para esta población en salud, educación y empleo formal” (López, 2019).

Empiezo entonces, por enmarcar el concepto de cultura política, que el Profesor German Darío Valencia, resume como “Experiencia histórica colectiva”.

La Cultura política como categoría de estudio en las ciencias sociales y políticas, surge como tal, bajo un macromolde empírico-analítico ligado al conductismo y al enfoque psicosocial, que buscaba “penetrar en el santuario interior del actor político, con un rigor y una metodología previamente validada” (Losada y Casas, 2008, Pág. 82).  Los aportes de Amond y Verba, aunque se mantienen en este macromolde, tienden puentes con el macromolde hermenéutico, y son considerados de enfoque estructural-funcionalista, sistémico o culturalista; estos pensadores, presentan la cultura política como “una variable independiente, que permite explicar las características de diversas democracias y las pautas de comportamiento de los ciudadanos en cada una de éstas” (Botella, 1997, pág. 20).

Según Amond y Verba, este conjunto de pautas, se puede considerar en tres dimensiones: la temporal (con la durabilidad como principal atributo), la horizontal (omnicomprensividad, que abarca a toda la sociedad) y la vertical (estructuración, subculturas con rasgos específicos), (Botella, 1997, pág. 36). Nos ocuparemos básicamente, del análisis horizontal de los cambios que se están evidenciando con la creciente migración de venezolanos, en las pautas y orientaciones de los habitantes de la ciudad, en relación a los conocimientos, sentimientos y valoraciones, que se tienen frente al sistema político.

Poniéndonos entonces el sombrero amarillo, el sombrero de la esperanza, que en la técnica para enfocar el pensamiento que propone De Bono, invita a pensar en los aspectos positivos, en este caso de los efectos de la migración venezolana en nuestra cultura política, y pensando en esa reflexión que nos deja Pinker esta semana, de que, aunque el mundo tiene problemas, tenemos todos los recursos y capacidades para superarlos; se podrían destacar entonces, tres aprendizajes muy valiosos que se están generando con esta situación.

Un primer aprendizaje: el de darle mayor importancia a los asuntos políticos, el cual se traduce en un despertar del interés por la política, por parte de muchas personas a quienes no les interesaban estos temas; entendiendo lo político, desde una “combinación de sus dimensiones de conflicto y poder” (Warren, 2003, pág. 32); que no se limita a las relaciones con autoridades institucionales, sino que trasciende también a otras relaciones con el poder cultural, económico y coercitivo.

Con las herramientas que hoy tenemos para ver lo que pasa en otros países y ver además la trágica realidad de tantas familias venezolanas, sin tener que salir de nuestra cuadra, se toma mayor conciencia de lo importantes que son los políticos, quienes toman decisiones trascendentales que nos afectan e influyen en nuestra vida. En este sentido, esto podría disminuir los niveles de abstención, como ha venido sucediendo en las últimas elecciones, donde pasamos de 60,7% en las elecciones presidenciales de primera vuelta en 2014, a 46,62% en estas mismas elecciones en 2018, es decir, “disminuyó en 14 puntos porcentuales, convirtiéndose en la más baja desde 1974” (Rueda, 2018). En Medellín, el ranking de participación en las elecciones presidenciales ha venido creciendo, pasó de 49,57%, (De un total de potenciales sufragantes de 1.412.495) en primera vuelta del 2014, a 63,59% (De un total de potenciales sufragantes de 1.588.150) en primera vuelta el año pasado.

Ligado a lo anterior, algo que es muy importante, es que cada vez más las personas se interesan por votar bien, es decir, votar de forma más consiente e informada; la gente se está preguntando por las consecuencias que traería la elección de determinado candidato o partido político, según sus valores, intereses y prioridades programáticas.

Mejora por tanto, la orientación cognoscitiva y valorativa, es decir el interés por conocer los derechos y mecanismos de participación, crece el interés por conocer las propuestas de los candidatos y candidatas y crece la tendencia Participante, que se caracteriza por “que los miembros de la sociedad tienden a estar explícitamente orientados hacia el sistema político como un todo y hacia sus estructuras y procesos políticos y administrativos” (Almond y Verba, 1992, Pág. 184).

Un segundo aprendizaje que quiero rescatar, es uno al que estamos llamados a fomentar, sobre todo, quienes hacemos parte de la academia. Y es que la situación actual, es una buena oportunidad, para hacer pedagogía, sobre aspectos esenciales de economía y política y para ayudar a comprender las grandes diferencias ideológicas de los diversos movimientos políticos, entre los que se encuentran, los sectores de la izquierda colombiana, que ha sido estigmatizada, muchas veces sin fundamentos.

El hecho de que el término “Castro-Chavismo”, se haya popularizado y ayudado a la derecha y a la extrema derecha a ganar el Plebiscito del 2016 y las elecciones presidenciales del 2018, da cuenta de las deficiencias que tenemos en educación, en formación ciudadana y en lo que John Rawls, llamo el uso de la “razón pública”, para que a la hora de discutir asuntos públicos, lo hagamos sin prejuicios y evitando caer en irracionalidades.
En ese sentido, la labor que realizan el sistema educativo, la academia, los medios de comunicación y diferentes organizaciones y colectivos en formar a la ciudadanía, es trascendental, para evitar que se siga manipulando al electorado y para crecer en cultura política, aumentando así, las posibilidades de que vigoricemos nuestros valores democráticos, siendo parte activa de la política e implicándonos en ella, pero también, creciendo en otros aspectos más internos, donde “influyen otras actitudes no políticas, como la confianza en otras personas” (Almond y Verba, 1992, Pág. 194).

Las redes sociales, por ejemplo, se han convertido en canales importantes para hacer pedagogía al respecto y para promover valores democráticos, como el pluralismo; los videos de YouTube que ha publicado “La Pulla”, del Espectador, sobre este tema, han sido claves para sensibilizar y explicarle a la gente elementos fundamentales que les ayuden a entender la situación y para que no se dejen engañar con la idea de que nos podemos convertir como Venezuela si llega al poder algún sector de izquierda o centro-izquierda. Por ejemplo, el vídeo “Se nos vino el Castrochavismo” publicado en febrero del año pasado, ya cuenta con más de 1.200.000, reproducciones en el Canal de “La Pulla”, que tiene en la actualidad más de 791.000 suscritos.

De otro lado, un tercer aprendizaje que nos esta dejando este fenómeno migratorio, tiene que ver con que estamos viendo la importancia de unirnos para fomentar valores como la solidaridad, la cooperación, la compasión, el respeto por la diferencia y sobre todo la empatía. Despertar estos sentimientos, no solo repercutirá favorablemente en las orientaciones hacia una cultura política más incluyente, sino que además permite mayores escenarios y alternativas de garantía y protección de los Derechos Humanos, es decir, construye una conciencia social de defensa de los derechos en la ciudad.

Este aprendizaje, se une además con otro tema, y es la gran oportunidad que tenemos de enriquecernos con la inclusión de estas personas que vienen con otros paradigmas, perspectivas, tradiciones y hábitos, que pueden aportar al progreso y desarrollo de la ciudad y el país; ayudándonos a avanzar también en Capital social, si logramos integrarlos y fortalecer “los grupos y redes; la confianza y la solidaridad; la acción colectiva; la cohesión social; la información y la comunicación; y el empoderamiento y participación política” (Restrepo, 2008, Pág. 4).

En Medellín, desde organizaciones como la Corporación Otra Parte, la Corporación Región y la misma Caja de Compensación Familiar, Comfama, se ha venido trabajando por estimular estos valores de solidaridad y empatía por parte de los ciudadanos, para con los migrantes venezolanos, en articulación con la Corporación Colonia de venezolanos en Colombia (Colvenz) y con Emprecolven; realizando actividades y campañas como “Abraza a un venezolano” (El Derecho a no obedecer, 2018) y las Ferias de Empleo para venezolanos en Medellín. Con estas iniciativas, se fortalece además la integración y la movilización social, las cuales son vitales para la cultura política, ya que estas formas de “asociaciones cívicas, por ejemplo, refuerzan los «hábitos anímicos» que son esenciales para unas instituciones democráticas estables y eficaces” (Putnam, 2011, pág. 44).


Para concluir, como lo decía Steven Pinker esta semana: hemos progresado como humanidad, gracias a la ciencia, la razón, el humanismo y la democracia, así que, si se analizan bien los diferentes indicadores de bienestar global, las tendencias a futuro son positivas. Por tanto, si bien tenemos grandes retos con la llegada de tantas familias venezolanas, también tenemos grandes oportunidades de superarlos, de aprender, dar lo mejor de nosotros y avanzar juntos como sociedad.

Los aprendizajes en términos de cultura política con la llegada masiva de venezolanos, están por un lado ligados a reconocer que las decisiones políticas que se toman individual o colectivamente, impactan en nuestra vida, por lo que se nos convoca a aprender de estas experiencias, a seguir madurando y mejorando en cultura política, para no repetir los mismos errores; pero también, por otro lado, son aprendizajes ligados a aprovechar esta coyuntura para seguir floreciendo y creciendo en valores democráticos, y para seguir sensibilizando y formando a la ciudadanía, como lo han venido haciendo diferentes personas y organizaciones, con el fin de evitar que la extrema derecha se aproveche de la desinformación y el miedo de los colombianos y con el fin de cultivar una cultura de protección de derechos en la ciudad.

Se aprende también, a pensar en el otro, a ser conscientes de que todo está en constante cambio, y la vida da muchas vueltas, hace unas décadas, eran los colombianos quieres migraban a Venezuela, hoy los recibimos y depende de nosotros su inclusión, para construir tejido social con ellos y crecer en capital social.

Nos queda también, el llamado a pensar en cómo contrarrestar los discursos de odio y de rechazo hacia los migrantes y cómo hacer pedagogía política, para que algunos sectores políticos radicales, no se aprovechen de este fenómeno, en especial, encostalando sin ningún sustento real, a todos los sectores de izquierda y centro izquierda colombianos, como seguidores del Régimen de Maduro o del “castro-chavismo”, solo con el fin de manipular al Pueblo y conseguir sus triunfos electorales.

Bibliografía

Almond, Gabriel y Verba, Sidney. (1992) “La cultura política”, en VV.AA. Diez textos básicos de Ciencia Política. Barcelona: Ariel, (pp. 171-202).

Alvarez, Victor Andres. (2017) ¿Qué piensan los paisas de la llegada masiva de venezolanos? El Colombiano. Obtenido de: https://www.elcolombiano.com/antioquia/encuesta-sobre-llegada-de-venezolanos-a-medellin-DA7525858

Botella, Joan (1997). “En torno al concepto de cultura política: dificultades y recursos”, en Pilar del Castillo e Ismael Crespo (eds.), Cultura política. Enfoques, teorías y análisis, Valencia, Tirant lo Blanch (pp. 17-38).

De Bono, E. (1991). Seis sombreros para pensar. Buenos Aires: Vergara-Granica.

Easton, David. (1979). Categorías para el análisis sistémico de la política. En: Almond, Gabriel, y otros (1994). Diez textos básicos de Ciencia Política, Barcelona: Ariel, pp. 113-169.

El Derecho a no obedecer (2018) ¿Cómo abrazar a los migrantes? Blog Digital. Obtenido de: http://derechoanoobedecer.com/como-abrazar-a-los-migrantes/

Liptset, Martin. (1994) Algunos requisitos sociales de la democracia: desarrollo económico y legitimidad política. En: Almond, Gabriel, y otros. Diez textos básicos de Ciencia Política, Barcelona: Ariel, pp. 113-169.

López, Daniela (2019) Antioquia es el quinto departamento de Colombia con más venezolanos. Canal Telemedellín. Obtenido de: https://telemedellin.tv/antioquia-medellin-venezolanos/307469/

Losada y Casas. (2008). Enfoques para el análisis político: historia, epistemología y perspectivas de la ciencia política, PUJ/ FLACSO: Bogotá, pp. 392.

Plataforma de Coordinación para Refugiados y Migrantes de Venezuela – R4V. (2019). Obtenido de: https://r4v.info/es/situations/platform

Putnam, R. D. (2011). Para que la democracia funcione: Las tradiciones cívicas en la Italia moderna (Vol. 3). CIS.

Restrepo, Piedad y Valencia, Germán. (2008). El Capital Social en Medellín: medición, determinantes y lineamientos de política pública para su fomento. Medellín: Universidad de Antioquia, pp. 36.

Rodríguez, Gina Paola. (2006). Los estudios sobre cultura política en América Latina. En: Mejía Quintana, Oscar. (2006). Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, pp. 268+

Rueda, Juan Pablo (2018)Así bajó la abstención en comparación a las últimas presidenciales”. El Tiempo. Obtenido de: https://www.eltiempo.com/elecciones-colombia-2018/presidenciales/asi-bajo-la-abstencion-en-comparacion-a-las-ultimas-presidenciales-231828

Semana (2017) El fantasma del castrochavismo sigue al acecho. Revista Semana. Obtenido de: https://www.semana.com/nacion/articulo/gran-encuesta-invamer-diciembre-fantasma-del-castrochavismo-sigue-al-acecho/549767

Tamayo, J. F. R. (2012). Aproximación a la idea de razón publica según John Rawls. Pensamiento y Poder, 1(10), 59-71.

Villarroel, Astolfo. (2019). En Medellín hay 66 mil migrantes venezolanos. Punto de corte agencia de Información. Obtenido de: https://puntodecorte.com/en-medellin-hay-66-mil-migrantes-venezolanos/

Warren, Mark (2003). ¿Qué es la política? En: Arteta, Aurelio; García, Elena y Máiz, Ramón (2003). Teoría Política: poder, moral, democracia. Madrid: Alianza Editorial, pp. 21-48.


lunes, 7 de octubre de 2019

¿Hay neopopulismo en las elecciones a la Alcaldía de Medellín?


Faltan pocos meses para que se den las elecciones locales y como hace 4 años, les voy a argumentar por quién será mi voto. En esta primera columna, quiero introducir estas preguntas, que me vengo haciendo por estos días ¿Hay neopopulismo en Medellín?;¿Habrá Neopopulismo en estas elecciones locales?
En primer lugar, quiero partir por enmarcar el enfoque desde el que parto: La Cultura Política y la búsqueda de que nuestra sociedad crezca cada vez más en Cultura Cívica.
Por Cultura Política hay muchas definiciones, hoy se habla de hecho de Culturas Políticas, pues no se puede pensar esta como algo singular, sino por el contrario “convivimos entre múltiples subculturas políticas construidas social e históricamente por actores individuales y colectivos” (Rodríguez, 2016)[1].
Sin embargo, hay consensos en que la Cultura Política es el conjunto de conocimientos, evaluaciones y actitudes que una población determinada manifiesta frente a diversos aspectos de la vida política y se ve determinada según muchos estudios, por el capital social del lugar que habita, es decir por las condiciones del contexto, las oportunidades y los niveles de confianza y participación de la ciudadanía.
Ahora, la idea de llegar a una cultura cívica, es posible si avanzamos en cultura política, pues esta implica que exista una “congruencia y afinidad entre los sistemas políticos y la estabilidad democrática” (Almond y Verba, 1963)[2].
Son variados los obstáculos que tenemos para avanzar en cultura política y cultura cívica, nuestros procesos históricos, marcados por una colonización e independización, que excluyó de la política a tantos sectores y poblaciones; las brechas sociales, la desigualdad y la violencia estructural; nuestros procesos educativos y culturales, que nos mantienen vigente prácticas corruptas en todos los niveles, cultura de clientelismo, machismo, teocentrismo e ilegalidad; en fin, son muchos factores, pero me centraré en Neopopulismo.
Los Neopopulismos son causantes de que exista un déficit en la cultura política democrática y estos a su vez son producto de la incapacidad de los gobiernos para ofrecer alternativas de inclusión social y participación política pluralista. Las características centrales para el surgimiento del Neopopulismo son: 1) Reformas estructurales neoliberales (Las tenemos, a pesar del enfoque económico que planteaba nuestra constitución del 91); 2) Surgimiento de nuevos movimientos políticos fundados por Outsiders o nuevos líderes que usan su discurso crítico contra las élites o contra el ordenamiento jurídico, responsabilizándolo de todos los problemas (Los tenemos y en Medellín se pueden evidenciar en estas elecciones); 3) Democracias refrendatarias y de estados de opinión, las cuales buscan garantizar los intereses de las mayorías, sin importar que se atropellen o desconozcan los derechos de las minorías. (Afortunadamente la Rama Judicial, en especial las Cortes han evitado con sus decisiones en Derecho, que Colombia caiga en este tipo de Democracia).
Pasemos ahora si, al caso Medellín y por cuestiones de extensión, solo analizare el contexto actual electoral para elecciones a Alcaldía:
Tenemos en el panorama 15 candidatos, solo dos mujeres entre ellos, de los cuales 5 recibieron el aval como independientes recogiendo firmas.
Pues un paso importante si queremos avanza en Cultura política es animarnos a participar en los partidos y movimientos políticos, pasar de ser sujetos pasivos, a sujetos críticos y participantes. Según las últimas encuestas de percepción ciudadana, en Medellín solo alrededor del 4% de las personas participa en Partidos, movimientos o grupos políticos. Es clave entonces fortalecer y dinamizar estos escenarios de participación y esto preferiblemente vinculándonos a los que ya existen, es muy probable que vayamos a tener diferencias, pero es posible encontrar algún partido o movimiento con el cual nos identifiquemos en lo fundamental, en los aspectos esenciales.
Por ejemplo, yo hago parte del Partido Alianza Verde desde el 2010, antes como simpatizante y ahora como candidato a la JAL de la Comuna 10; me vinculé porque ahí encontré amigos y es un partido con el cual me identifico por sus valores, principios y prioridades en lo programático, pero en el interior de todos los partidos hay diversas tendencias y sectores, y es lógico que no vamos a coincidir siempre con todos!, pero de eso se trata, de deliberar y crecer en la diferencia, hasta con los mismos con los que estamos unidos. Así me imagino que es en todos los partidos y movimientos.
El caso es que los candidatos independientes en estas elecciones, lo hicieron principalmente por estrategia, para hacerle una “jugadita” a las normas electorales que prohíben hacer campaña antes de determinadas fechas a quienes no están recogiendo firmas. Ellos tuvieron la oportunidad de darse a conocer con mayor tiempo, algunos que sabían que tenían la opción de tener el aval de algún partido, decidieron mejor lanzarse por firmas para tener esta ventaja.
A lo que quiero invitar finalmente, es analizar que tanto estos candidatos independientes y también los que se lanzan por partidos, son Neopopulistas; para esto nos podemos preguntar  frente a los candidatos, lo siguiente: ¿Su discurso es crítico hacia las elites (Siendo esta persona parte de alguna élite) ó está en contra de las normas y derechos fundamentales a pesar de que defiende con doble moral otras normas y derechos fundamentales, solo por el hecho de que las mayorías apoyan ese discurso?
¿El candidato usa técnicas avanzadas de ingeniería política, como encuestas?
¿El candidato prefiere que su encuentro con las masas o la ciudadanía a convencer sea a través de manifestaciones públicas, medios de comunicación y redes sociales, dándole poca preponderancia al contacto físico con la gente?
¿El candidato ataca sin argumentos todos los partidos y movimientos políticos o por el contrario busca alianzas con todos sin importar las diferencias ideológicas y programáticas que se suponen deben tener?
¿El candidato usa en sus discursos figuras dicotómicas “Amigo-enemigo” o para el solo existe la opción mala y la opción buena?
¿El candidato le da mayor valoración a las formas de emprendimiento personal, que a las formas de organización colectiva, desacreditando o restándole importancia a los partidos políticos?
¿El candidato, más que un líder inspirador es un líder carismático que busca crecer por medio de nuevas técnicas de Marketing y teatralización, ganar adeptos con propuestas populistas imposibles de cumplir en 4 años?
Dejo aquí estas preguntas, que fueron inspiradas en el texto “Los estudios sobre cultura política en América Latina” de Gina Paola Rodríguez, para que cada quien se responsa si hay Neopopulismo o no en Medellín.


[1]RODRIGUEZ, ADRIANA (2016). Reflexiones sobre el concepto cultura política y la investigación histórica de la democracia en América.
[2] GABRIEL A. ALMOND y SIDNEY VERBA (1963) La Cultura Política.