jueves, 18 de julio de 2024

“Aprendizajes que la creciente migración venezolana está dejando en la cultura política de Medellín”

Escrito en el 2019, en el marco del Seminario "Cultura Política" de la maestría en Educacion y Derechos Humanos de Unaula. Docente: German Valencia. 


La situación en Venezuela, ha llevado a que “4.296.777 personas hayan salido del país; esta

cifra puede ser más alta, teniendo en cuenta que los países a los que llegan, no toman en

cuenta a venezolanos sin un estatus migratorio regular” (Plataforma de Coordinación para

Refugiados y Migrantes de Venezuela – R4V, 2019).


Según cifras oficiales, en Colombia “ya son 1’408.000 inmigrantes venezolanos, de los

cuales, un número de alrededor de 400.000 son colombianos retornados y casi 400.000

personas en tránsito al sur del continente” (Rodríguez, 2019); Solo 676,093 de ellos, se

encontrarían de forma regular en Colombia, según datos de La Plataforma Regional de

Coordinación Interagencial, de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados -

ACNUR y la Organización Internacional para las Migraciones- OIM. En Medellín hay

cerca de 66.000 venezolanos, de los cuales 44.000 están regularizados (Villarroel, 2019).


En el marco del Seminario de Cultura Política, de la Maestría en Educación y Derechos

Humanos, de la Universidad Autónoma Latinoamericana, el Profesor German Darío


Valencia, nos deja la pregunta sobre los efectos que trae esta migración de venezolanos, a

la Cultura Política, de los habitantes de Medellín.


En atención a esta invitación a reflexionar y analizar este fenómeno social, en este ensayo,

me propongo primero dar una aproximación teórica sobre la Cultura Política y la

perspectiva de la que partiré, para luego plantear mi respuesta, que en parte se inspira en la

conferencia que dio el pasado jueves, el psicólogo cognitivo de la Universidad de Harvard,

Steven Pinker, invitado a la ciudad por motivo de la celebración de los 65 años de

Comfama, dónde por medio de datos y mediciones, nos invitó al optimismo.


Adicional a lo anterior, me pondré el sobrero amarillo que propone Edward de Bono en su

técnica de “Los Sombreros de Colores para pensar”, para mostrar algunas oportunidades

que tenemos en términos de cultura política, si aprendemos de esta situación y de los

venezolanos, que viven una de las diásporas más grandes de la historia de la Humanidad, de

la cual según las cifras mencionadas, “Antioquia es el quinto departamento del país que

más habitantes del vecino país ha recibido y Medellín la ciudad con mayor oferta y

cobertura para esta población en salud, educación y empleo formal” (López, 2019).


Empiezo entonces, por enmarcar el concepto de cultura política, que el Profesor German

Darío Valencia, resume como “Experiencia histórica colectiva”.


La Cultura política como categoría de estudio en las ciencias sociales y políticas, surge

como tal, bajo un macromolde empírico-analítico ligado al conductismo y al enfoque


psicosocial, que buscaba “penetrar en el santuario interior del actor político, con un rigor y

una metodología previamente validada” (Losada y Casas, 2008, Pág. 82). Los aportes de

Amond y Verba, aunque se mantienen en este macromolde, tienden puentes con el

macromolde hermenéutico, y son considerados de enfoque estructural-funcionalista,

sistémico o culturalista; estos pensadores, presentan la cultura política como “una variable

independiente, que permite explicar las características de diversas democracias y las pautas

de comportamiento de los ciudadanos en cada una de éstas” (Botella, 1997, pág. 20).


Según Amond y Verba, este conjunto de pautas, se puede considerar en tres dimensiones: la

temporal (con la durabilidad como principal atributo), la horizontal (omnicomprensividad,

que abarca a toda la sociedad) y la vertical (estructuración, subculturas con rasgos

específicos), (Botella, 1997, pág. 36). Nos ocuparemos básicamente, del análisis horizontal

de los cambios que se están evidenciando con la creciente migración de venezolanos, en las

pautas y orientaciones de los habitantes de la ciudad, en relación a los conocimientos,

sentimientos y valoraciones, que se tienen frente al sistema político.


Poniéndonos entonces el sombrero amarillo, el sombrero de la esperanza, que en la técnica

para enfocar el pensamiento que propone De Bono, invita a pensar en los aspectos

positivos, en este caso de los efectos de la migración venezolana en nuestra cultura política,

y pensando en esa reflexión que nos deja Pinker esta semana, de que, aunque el mundo

tiene problemas, tenemos todos los recursos y capacidades para superarlos; se podrían

destacar entonces, tres aprendizajes muy valiosos que se están generando con esta

situación.


Un primer aprendizaje: el de darle mayor importancia a los asuntos políticos, el cual se

traduce en un despertar del interés por la política, por parte de muchas personas a quienes

no les interesaban estos temas; entendiendo lo político, desde una “combinación de sus

dimensiones de conflicto y poder” (Warren, 2003, pág. 32); que no se limita a las relaciones

con autoridades institucionales, sino que trasciende también a otras relaciones con el poder

cultural, económico y coercitivo.


Con las herramientas que hoy tenemos para ver lo que pasa en otros países y ver además la

trágica realidad de tantas familias venezolanas, sin tener que salir de nuestra cuadra, se

toma mayor conciencia de lo importantes que son los políticos, quienes toman decisiones

trascendentales que nos afectan e influyen en nuestra vida. En este sentido, esto podría

disminuir los niveles de abstención, como ha venido sucediendo en las últimas elecciones,

donde pasamos de 60,7% en las elecciones presidenciales de primera vuelta en 2014, a

46,62% en estas mismas elecciones en 2018, es decir, “disminuyó en 14 puntos

porcentuales, convirtiéndose en la más baja desde 1974” (Rueda, 2018). En Medellín, el

ranking de participación en las elecciones presidenciales ha venido creciendo, pasó de

49,57%, (De un total de potenciales sufragantes de 1.412.495) en primera vuelta del 2014, a

63,59% (De un total de potenciales sufragantes de 1.588.150) en primera vuelta el año

pasado.


Ligado a lo anterior, algo que es muy importante, es que cada vez más las personas se

interesan por votar bien, es decir, votar de forma más consiente e informada; la gente se


está preguntando por las consecuencias que traería la elección de determinado candidato o

partido político, según sus valores, intereses y prioridades programáticas.


Mejora por tanto, la orientación cognoscitiva y valorativa, es decir el interés por conocer

los derechos y mecanismos de participación, crece el interés por conocer las propuestas de

los candidatos y candidatas y crece la tendencia Participante, que se caracteriza por “que

los miembros de la sociedad tienden a estar explícitamente orientados hacia el sistema

político como un todo y hacia sus estructuras y procesos políticos y administrativos”

(Almond y Verba, 1992, Pág. 184).


Un segundo aprendizaje que quiero rescatar, es uno al que estamos llamados a fomentar,

sobre todo, quienes hacemos parte de la academia. Y es que la situación actual, es una

buena oportunidad, para hacer pedagogía, sobre aspectos esenciales de economía y política

y para ayudar a comprender las grandes diferencias ideológicas de los diversos

movimientos políticos, entre los que se encuentran, los sectores de la izquierda colombiana,

que ha sido estigmatizada, muchas veces sin fundamentos.


El hecho de que el término “Castro-Chavismo”, se haya popularizado y ayudado a la

derecha y a la extrema derecha a ganar el Plebiscito del 2016 y las elecciones

presidenciales del 2018, da cuenta de las deficiencias que tenemos en educación, en

formación ciudadana y en lo que John Rawls, llamo el uso de la “razón pública”, para que a

la hora de discutir asuntos públicos, lo hagamos sin prejuicios y evitando caer en

irracionalidades.


En ese sentido, la labor que realizan el sistema educativo, la academia, los medios de

comunicación y diferentes organizaciones y colectivos en formar a la ciudadanía, es

trascendental, para evitar que se siga manipulando al electorado y para crecer en cultura

política, aumentando así, las posibilidades de que vigoricemos nuestros valores

democráticos, siendo parte activa de la política e implicándonos en ella, pero también,

creciendo en otros aspectos más internos, donde “influyen otras actitudes no políticas,

como la confianza en otras personas” (Almond y Verba, 1992, Pág. 194).


Las redes sociales, por ejemplo, se han convertido en canales importantes para hacer

pedagogía al respecto y para promover valores democráticos, como el pluralismo; los

videos de YouTube que ha publicado “La Pulla”, del Espectador, sobre este tema, han sido

claves para sensibilizar y explicarle a la gente elementos fundamentales que les ayuden a

entender la situación y para que no se dejen engañar con la idea de que nos podemos

convertir como Venezuela si llega al poder algún sector de izquierda o centro-izquierda.

Por ejemplo, el vídeo “Se nos vino el Castrochavismo” publicado en febrero del año

pasado, ya cuenta con más de 1.200.000, reproducciones en el Canal de “La Pulla”, que

tiene en la actualidad más de 791.000 suscritos.


De otro lado, un tercer aprendizaje que nos esta dejando este fenómeno migratorio, tiene

que ver con que estamos viendo la importancia de unirnos para fomentar valores como la

solidaridad, la cooperación, la compasión, el respeto por la diferencia y sobre todo la

empatía. Despertar estos sentimientos, no solo repercutirá favorablemente en las

orientaciones hacia una cultura política más incluyente, sino que además permite mayores


escenarios y alternativas de garantía y protección de los Derechos Humanos, es decir,

construye una conciencia social de defensa de los derechos en la ciudad.


Este aprendizaje, se une además con otro tema, y es la gran oportunidad que tenemos de

enriquecernos con la inclusión de estas personas que vienen con otros paradigmas,

perspectivas, tradiciones y hábitos, que pueden aportar al progreso y desarrollo de la ciudad

y el país; ayudándonos a avanzar también en Capital social, si logramos integrarlos y

fortalecer “los grupos y redes; la confianza y la solidaridad; la acción colectiva; la cohesión

social; la información y la comunicación; y el empoderamiento y participación política”

(Restrepo, 2008, Pág. 4).


En Medellín, desde organizaciones como la Corporación Otra Parte, la Corporación Región

y la misma Caja de Compensación Familiar, Comfama, se ha venido trabajando por

estimular estos valores de solidaridad y empatía por parte de los ciudadanos, para con los

migrantes venezolanos, en articulación con la Corporación Colonia de venezolanos en

Colombia (Colvenz) y con Emprecolven; realizando actividades y campañas como “Abraza

a un venezolano” (El Derecho a no obedecer, 2018) y las Ferias de Empleo para

venezolanos en Medellín. Con estas iniciativas, se fortalece además la integración y la

movilización social, las cuales son vitales para la cultura política, ya que estas formas de

“asociaciones cívicas, por ejemplo, refuerzan los «hábitos anímicos» que son esenciales

para unas instituciones democráticas estables y eficaces” (Putnam, 2011, pág. 44).


Para concluir, como lo decía Steven Pinker esta semana: hemos progresado como

humanidad, gracias a la ciencia, la razón, el humanismo y la democracia, así que, si se

analizan bien los diferentes indicadores de bienestar global, las tendencias a futuro son

positivas. Por tanto, si bien tenemos grandes retos con la llegada de tantas familias

venezolanas, también tenemos grandes oportunidades de superarlos, de aprender, dar lo

mejor de nosotros y avanzar juntos como sociedad.


Los aprendizajes en términos de cultura política con la llegada masiva de venezolanos,

están por un lado ligados a reconocer que las decisiones políticas que se toman individual o

colectivamente, impactan en nuestra vida, por lo que se nos convoca a aprender de estas

experiencias, a seguir madurando y mejorando en cultura política, para no repetir los

mismos errores; pero también, por otro lado, son aprendizajes ligados a aprovechar esta

coyuntura para seguir floreciendo y creciendo en valores democráticos, y para seguir

sensibilizando y formando a la ciudadanía, como lo han venido haciendo diferentes

personas y organizaciones, con el fin de evitar que la extrema derecha se aproveche de la

desinformación y el miedo de los colombianos y con el fin de cultivar una cultura de

protección de derechos en la ciudad.


Se aprende también, a pensar en el otro, a ser conscientes de que todo está en constante

cambio, y la vida da muchas vueltas, hace unas décadas, eran los colombianos quieres

migraban a Venezuela, hoy los recibimos y depende de nosotros su inclusión, para construir

tejido social con ellos y crecer en capital social.


Nos queda también, el llamado a pensar en cómo contrarrestar los discursos de odio y de

rechazo hacia los migrantes y cómo hacer pedagogía política, para que algunos sectores

políticos radicales, no se aprovechen de este fenómeno, en especial, encostalando sin

ningún sustento real, a todos los sectores de izquierda y centro izquierda colombianos,

como seguidores del Régimen de Maduro o del “castro-chavismo”, solo con el fin de

manipular al Pueblo y conseguir sus triunfos electorales.


Devoluciones del profe:

Jorge, veo un texto claro, que tiene todos los componentes de un ensayo. Además, se apoya en la literatura y logra poner en diálogo conceptos y desarrollo. Esto es positivo. El trabajo muestra una comprensión de los conceptos y la manera como se articulan con el fenómeno estudiado. Además, desde el título hasta las conclusiones se observa un hilo conductor que son los aprendizajes. Y presenta datos que describen un fenómeno y lo hace de una forma amena y narrada. Me gusta eso.

El comentario crítico es que, a pesar de todos los argumentos, el lector le queda poco claro los efectos que tiene los migrantes en la cultura política. El hecho de aparecer varias anécdotas, varios autores, y varios temas en el ensayo, hace que se pierda claridad en lo que se busca. Son muchos los asuntos tratados y van apareciendo sin un hilo conductor. Es necesario Jorge, para un próximo ensayo, que ponga claro su postura, que enuncie los argumentos y que después los desarrolle, para finalmente concluir. Es necesario mayor precisión argumental, que haga que su posición personal esta defendida con argumentos y no solamente enunciada en lo teórico y en la opinión.

Les he asignado una nota de 4.2

 

De nuevo muchas gracias por todos sus esfuerzos y espero pronto volver a verlo y compartir nuestros avances en estos temas.

 

Germán Darío Valencia Agudelo

 

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